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Ha mort en Pere Folch Mateu. Ha muerto Pere Folch Mateu.

Ha muerto un psicoanalista que vivió la experiencia de la dificultad de llegar a ser psicoanalista y de la dificultad, todavía mayor, de continuar siéndolo, tal y como formuló Alberto Campo, conocido psicoanalista kleiniano de nuestra Sociedad.

La importancia de Pere Folch Mateu en nuestro mundo psicoanalítico queda reflejada en la magnífica entrevista publicada en TEMAS DE PSICOANÁLISIS, en el Número 1, el primero.

Como muestra de la dificultad de formación, el mismo Pere explicaba que había conseguido acordar, cosa nada fácil, con su primer analista que era mejor dejar el tratamiento que estaban haciendo y aceptar otra orientación, para conseguir llegar al insight (experiencia emocional) que él necesitaba. Este camino de búsqueda de sentido es el que le llevó hasta Londres, a la escuela kleiniana y bioniana. Como él señalaba, este recorrido le permitió adquirir el modelo de formación permanente, y ser siempre fiel al espíritu que emanaba de este, que presidió todas las escuelas y seminarios que él dirigió. Este modelo se  formularía más o menos así: “Si crees que podrás dar por acabada la formación algún día, no hace falta que te inscribas o que entres…”, “si no creéis en la formación permanente, ya os podéis marchar…”. Naturalmente nunca fue formulado así, en este tono excluyente, muy al contrario. Pere era  capaz de invitar a todos, gentilmente, a hacer la experiencia formativa para conseguir un sentimiento realista de poder vivir y trabajar, sufriendo y aceptando la oscilación entre las diferentes ansiedades y emociones, como elementos fundamentales para el desarrollo de la función psicoanalítica humana.

Pere Folch estuvo a punto de morir con las botas puestas, como se suele decir, al final del curso 2012-2013. Ya había planificado la continuación de un proyecto de asistencia e investigación respecto a la vejez, que habíamos estado conduciendo conjuntamente con Lluís Isern, y que contaba con el soporte de la Associació Catalana de Psicoteràpia Psicoanalítica (ACPP) y de Sant Pere Claver-Fundació Sanitària. Pero, como él mismo dijo, su tratamiento médico le permitió recuperarse suficientemente como para poder sacarse las botas y renunciar a su actividad profesional, y así tener tiempo y arte para irse de este mundo sin “despedirse a la francesa”, como él decía, con su habitual sentido del humor. Fue su última gran lección: la de la muerte.

Fue un sabio, tanto en el vivir como en el morir. Lo hizo conscientemente y sabiendo comunicar su manera personal de dejar el mundo y de compartirlo, con serenidad, con respeto a todos, con afecto para todos, y en el seno de la familia amorosa que supo construir. Yo decía que era su última gran lección, porque nuestra actividad racional está profundamente relacionada con  la capacidad de aprender y de facilitar hacerlo. En esta tarea él fue un  maestro. Fue, no solo un gran clínico, sino también un gran teórico y didacta, ampliamente reconocido por sus  funciones en la Sociedad Española de Psicoanálisis (SEP). Dedicó su tiempo a impartir, compartir y profundizar en sus conocimientos, que le llevaron a ser uno de los cofundadores de la Sociedad que introdujo el psicoanálisis en el país, en este país tan profundamente antipsicoanalítico. Supo mantener el nombre de SEP ?después de la desmembración de la originaria Sociedad Luso-Española?, no referido a un ámbito territorial, sino como grupo continuador de la tarea teórico clínica realizada. Paradójicamente la sede catalana continúa manteniendo el nombre vinculado a su origen, española, por los estatutos. Esta posibilidad de reconocer, sostener y transformar las paradojas fue una de sus grandes virtudes.

Creemos, los más próximos, que murió con la esperanza de la cercana transformación hacia una sociedad profesional y civil más catalana, significando para él respetuosamente democrática y políticamente republicana.

Pere Folch supo buscar las alianzas necesarias y adecuadas para abrirse a la dimensión social. Cabría pensar que su visión de futuro, su sentido del deber y su profunda concepción del psicoanálisis como ciencia y como técnica al servicio de ayudar a transformar el malestar hacia el bienestar, no fueron ajenos a su capacidad de saber encontrar dichas alianzas. Ejemplo de ello son la creación de la Revista Catalana de Psicoanàlisi y de la colección de Monografies de Psicoanàlisi i Psicoteràpia. A nivel docente, la creación de lo que se constituyó como la primera enseñanza organizada de psicoterapia psicoanalítica en la ciudad de Barcelona, los llamados Seminarios de la PPIP (Psicoteràpia Psicoanalítica a la Institució Pública). Más tarde fue el Centre de Psicoteràpia Psicoanalítica (CEPP), que contribuyó en gran medida a la formación de tantos psicoterapeutas, algunos de los cuales, a su vez, se han transformado en formadores. También impulsó grupos de trabajo para la asistencia ?“de acuerdo con las necesidades del paciente”? del primer brote psicótico.

Su amor por los idiomas queda plasmado en los estatutos de nuestra Sociedad. Recomendaba, sin exigencias, dominar suficientemente los tres idiomas ?catalán, castellano e inglés? a todos sus miembros. Pero sobre todo se aprecia en  sus escritos, de estilo pulcro i culto, enriquecido con citas de los clásicos y de su poeta preferido, Carles Riba. También trabajó para encontrar traducciones ajustadas a los términos técnicos de nuestra disciplina.

Pere Folch Mateu supo hacerse llamar Pere por todos los compañeros y por todos los que lo tratábamos. Pere es el nombre que figura en la entrevista que publicó esta revista y también en el Roster de la IPA (Asociacion Psicoanalítica Internacional). Era un impacto estético oír los diferentes acentos con los que se pronunciaba Pere en los diferentes idiomas, del castellano más cercano hasta el finlandés. Por contra, en su documento nacional de identidad (DNI) consta Pedro, por las razones de sobra conocidas, y le dolía que no reflejase su ADN, catalán y republicano, como habría querido.

Agradezco a la dirección de la revista TEMAS DE PSICOANÁLISIS la propuesta de dar a conocer la sentida desaparición entre nosotros de Pere Folch Mateu y solicitarme este obituario como homenaje. Inmerso en el dolor de su pérdida estas líneas me ayudan a crear otro in memoriam particular que siento que, seguramente, en mi ya no terminará hasta mi muerte.

 

Josep Oriol Esteve
Médico psiquiatra.
Psicoanalista SEP-IPA.